“La ley busca proteger la diversidad cultural”
El experto reseñó los diversos modelos de comunicación impuestos desde la reinstauración democrática. Y fundamentó el valor de la actual norma sobre comunicación audiovisual. “No hay que pedirle a la ley que resuelva en dos meses 200 años de historia”, advirtió.
Una semana agitada, a puro intercambio de experiencias, se está viviendo en La Plata. Desde el lunes más de 500 comunicadoras y comunicadores de todo el mundo, estudiantes y representantes de redes y organizaciones aliadas le están aportando ritmo y color a esa gran matriz de ideas que es la 10ª Conferencia y Asamblea Mundial de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (Amarc), que por primera vez se realiza en América del Sur. Damián Loreti, especialista en legislación y derecho a la comunicación; Iván Maidana, el secretario de Cultura y Educación platense, y Lito Borello, del Comedor Los Pibes, debatieron sobre las políticas públicas en la nueva coyuntura argentina. La estrategia de Loreti consistió en hacer un profundo barrido de la historia reciente para analizar si hubo una política comunicacional en los años ’90, “cosa en la que ni dentro de la facultad nos ponemos de acuerdo”, ironizó. “Si uno se mete en los archivos que están colgados en la página web del Comité de Radiodifusión, encontrará la cantidad de artistas, canciones y programas prohibidos por empresarios de los medios, que en más de una oportunidad se han llenado la boca hablando de la libertad de expresión. No es una verdad revelada, pero tampoco es algo demasiado difundido.”
En la primera escala de su análisis, arrancó con el gobierno de Raúl Alfonsín, que intervino el Comité Federal de Radiodifusión. Loreti mencionó algunas reglamentaciones de la época destinadas a flexibilizar la instalación de cables y la adjudicación –por excepción– de licencias de explotación de emisoras a las universidades; pero se detuvo en la Ley de Reforma del Estado de 1989. “O nos enfrentamos a una política de comunicación absolutamente conservadora o a una ‘brochette de casualidades’ –planteó tratando de tomarse el recuerdo de ese período con un poco de humor–. Salvo Canal 7 y Radio Nacional, el resto de los medios serían privatizados, de la mano de otras reformas a la famosa ley de la dictadura que facilitarían no sólo la privatización de los medios, sino también la generación de mecanismos de propiedad cruzada: vale decir que un diario podría ser dueño de un canal de televisión.” A la “brochette de casualidades” hay que agregarle varios condimentos. El especialista recordó la tentativa de cerrar los canales que hasta entonces estaban en manos del Estado y cómo en la entrega de los premios Martín Fierro en 1989 los actores reclamaban que no se cerraran sus fuentes laborales.
En la sumatoria de gruesos detalles del paisaje de los años ’90, no podían faltar las “relaciones carnales” con Estados Unidos que cultivó el menemismo. “Se les reconocieron a los norteamericanos el derecho de invertir en la Argentina como si fueran argentinos”, subrayó Loreti. En 1994 el Comité de Radiodifusión admitió que Canal 2 se trasladara a Buenos Aires, que implicó “poner a funcionar la fábrica de noticias que estaba en el barrio de Palermo con Radio América, Cablevisión y Canal 2”. El especialista destacó que entonces se produjo una caída libre de las calidades técnicas y de programación de Radio Nacional. “Ahí aparece la previsión de que Radio Nacional pueda pasar publicidad, al igual que las radios universitarias, porque no había presupuesto público.” Loreti se despachó con gusto sobre el cambio del régimen de distribución de los diarios, que se reparó recientemente. “¿Cuál es el problema de que se distribuyan diarios si no es a través de los distribuidores habituales, los canillitas? Cuando uno tiene 5000 ejemplares, si eso se produce por los mismos lugares donde distribuyen, el escaparate es para todos igual. Ahora, cuando se amplía la producción de modo exorbitante y se le pone el código de barra al diario para que lo vendan en la estación de servicio y en los supermercados, lo que se hace es ampliar la capacidad de algunos de llegar a la población que otros no tienen. Eso no es una cuestión de libre competencia, es una cuestión de no preservar instancias de pluralismo, porque no hay igualdad de condiciones para los desiguales. Y si algunos hablan de libre mercado de ideas, el problema es que algunos ni siquiera llegan al mercado. No es que no tengan ideas.”
Ocho días después de asumir como presidente, Fernando de la Rúa vetó la ley de Radio de la Nación Argentina, “que es algo así como la abuela de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual”. Loreti explicó que a través de la nueva normativa el país adoptó “claramente el modelo de protección de la diversidad cultural”. Sobre la cuota de pantalla, el especialista planteó que los europeos la han tomado y nadie se queja; “pero en Argentina parece que fuera una decisión horripilante que los medios tengan contenidos propios”. Para que el público comprendiera la importancia que tiene Fútbol para Todos desde agosto de 2009, el especialista se explayó sobre ese pasado que para algunos, ahora, parece lejano. “Es raro que los contenidos relevantes para el público sean objeto de monopolio. En Inglaterra los derechos de la liga inglesa se licitan; hay tres empresas que pasan fútbol. En la Argentina no sólo había que pagar cable, sino que a veces pagábamos para mirar la tribuna, porque para mirar ese partido había que pagar un paquete adicional –comparó lo que sucedía antes–. Además se producía una violación a lo que los españoles tienen desde el año ’95, que es el derecho de acceso a la información deportiva. Hasta que no pasaban dos horas, luego de finalizado el último partido de la jornada, no se podían ver los goles.”
El panorama que se abre con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en 2010 –no hay dudas– es diametralmente opuesto al de la década del ’90. Pero sobre lo que falta –ese lápiz que siempre hay que afilar para los pequeños detalles–, Loreti sintetizó: “No hay que pedirle a la ley que resuelva en dos meses 200 años de historia”. Los grandes hermanos de las radios comunitarias son las organizaciones sociales como el Comedor Los Pibes del barrio de La Boca. Lito Borello repasó la incorporación de esa organización a la Coalición por una Radiodifusión Democrática y la aprobación de la nueva ley en el marco de un “claro avance de los sectores populares” y de “plena recuperación de un continente entero que había sido masacrado por las dictaduras, por el discurso único y por la negación de las voces de todos nosotros”. En ese vuelco que está viviendo la región, Borello advirtió sobre la necesidad de las organizaciones sociales de articular voces “que rompan el cerco mediático que nos impusieron durante tanto tiempo”. Borello añadió que están trabajando en la generación de contenidos de una radio propia del Comedor Los Pibes que se llamará FM Riachuelo. “Una de las mentiras que se esgrimen sobre nosotros todo el tiempo es que las organizaciones sociales solamente hacemos lo que el Gobierno nos manda, los que apoyamos; y las otras hacen cortes de ruta en beneficio propio. Para nosotros es fundamental contar con medios propios para poder explicar lo que significa la comunicación y para dialogar con el resto de la sociedad.”
nota original
Una semana agitada, a puro intercambio de experiencias, se está viviendo en La Plata. Desde el lunes más de 500 comunicadoras y comunicadores de todo el mundo, estudiantes y representantes de redes y organizaciones aliadas le están aportando ritmo y color a esa gran matriz de ideas que es la 10ª Conferencia y Asamblea Mundial de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (Amarc), que por primera vez se realiza en América del Sur. Damián Loreti, especialista en legislación y derecho a la comunicación; Iván Maidana, el secretario de Cultura y Educación platense, y Lito Borello, del Comedor Los Pibes, debatieron sobre las políticas públicas en la nueva coyuntura argentina. La estrategia de Loreti consistió en hacer un profundo barrido de la historia reciente para analizar si hubo una política comunicacional en los años ’90, “cosa en la que ni dentro de la facultad nos ponemos de acuerdo”, ironizó. “Si uno se mete en los archivos que están colgados en la página web del Comité de Radiodifusión, encontrará la cantidad de artistas, canciones y programas prohibidos por empresarios de los medios, que en más de una oportunidad se han llenado la boca hablando de la libertad de expresión. No es una verdad revelada, pero tampoco es algo demasiado difundido.”
En la primera escala de su análisis, arrancó con el gobierno de Raúl Alfonsín, que intervino el Comité Federal de Radiodifusión. Loreti mencionó algunas reglamentaciones de la época destinadas a flexibilizar la instalación de cables y la adjudicación –por excepción– de licencias de explotación de emisoras a las universidades; pero se detuvo en la Ley de Reforma del Estado de 1989. “O nos enfrentamos a una política de comunicación absolutamente conservadora o a una ‘brochette de casualidades’ –planteó tratando de tomarse el recuerdo de ese período con un poco de humor–. Salvo Canal 7 y Radio Nacional, el resto de los medios serían privatizados, de la mano de otras reformas a la famosa ley de la dictadura que facilitarían no sólo la privatización de los medios, sino también la generación de mecanismos de propiedad cruzada: vale decir que un diario podría ser dueño de un canal de televisión.” A la “brochette de casualidades” hay que agregarle varios condimentos. El especialista recordó la tentativa de cerrar los canales que hasta entonces estaban en manos del Estado y cómo en la entrega de los premios Martín Fierro en 1989 los actores reclamaban que no se cerraran sus fuentes laborales.
En la sumatoria de gruesos detalles del paisaje de los años ’90, no podían faltar las “relaciones carnales” con Estados Unidos que cultivó el menemismo. “Se les reconocieron a los norteamericanos el derecho de invertir en la Argentina como si fueran argentinos”, subrayó Loreti. En 1994 el Comité de Radiodifusión admitió que Canal 2 se trasladara a Buenos Aires, que implicó “poner a funcionar la fábrica de noticias que estaba en el barrio de Palermo con Radio América, Cablevisión y Canal 2”. El especialista destacó que entonces se produjo una caída libre de las calidades técnicas y de programación de Radio Nacional. “Ahí aparece la previsión de que Radio Nacional pueda pasar publicidad, al igual que las radios universitarias, porque no había presupuesto público.” Loreti se despachó con gusto sobre el cambio del régimen de distribución de los diarios, que se reparó recientemente. “¿Cuál es el problema de que se distribuyan diarios si no es a través de los distribuidores habituales, los canillitas? Cuando uno tiene 5000 ejemplares, si eso se produce por los mismos lugares donde distribuyen, el escaparate es para todos igual. Ahora, cuando se amplía la producción de modo exorbitante y se le pone el código de barra al diario para que lo vendan en la estación de servicio y en los supermercados, lo que se hace es ampliar la capacidad de algunos de llegar a la población que otros no tienen. Eso no es una cuestión de libre competencia, es una cuestión de no preservar instancias de pluralismo, porque no hay igualdad de condiciones para los desiguales. Y si algunos hablan de libre mercado de ideas, el problema es que algunos ni siquiera llegan al mercado. No es que no tengan ideas.”
Ocho días después de asumir como presidente, Fernando de la Rúa vetó la ley de Radio de la Nación Argentina, “que es algo así como la abuela de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual”. Loreti explicó que a través de la nueva normativa el país adoptó “claramente el modelo de protección de la diversidad cultural”. Sobre la cuota de pantalla, el especialista planteó que los europeos la han tomado y nadie se queja; “pero en Argentina parece que fuera una decisión horripilante que los medios tengan contenidos propios”. Para que el público comprendiera la importancia que tiene Fútbol para Todos desde agosto de 2009, el especialista se explayó sobre ese pasado que para algunos, ahora, parece lejano. “Es raro que los contenidos relevantes para el público sean objeto de monopolio. En Inglaterra los derechos de la liga inglesa se licitan; hay tres empresas que pasan fútbol. En la Argentina no sólo había que pagar cable, sino que a veces pagábamos para mirar la tribuna, porque para mirar ese partido había que pagar un paquete adicional –comparó lo que sucedía antes–. Además se producía una violación a lo que los españoles tienen desde el año ’95, que es el derecho de acceso a la información deportiva. Hasta que no pasaban dos horas, luego de finalizado el último partido de la jornada, no se podían ver los goles.”
El panorama que se abre con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en 2010 –no hay dudas– es diametralmente opuesto al de la década del ’90. Pero sobre lo que falta –ese lápiz que siempre hay que afilar para los pequeños detalles–, Loreti sintetizó: “No hay que pedirle a la ley que resuelva en dos meses 200 años de historia”. Los grandes hermanos de las radios comunitarias son las organizaciones sociales como el Comedor Los Pibes del barrio de La Boca. Lito Borello repasó la incorporación de esa organización a la Coalición por una Radiodifusión Democrática y la aprobación de la nueva ley en el marco de un “claro avance de los sectores populares” y de “plena recuperación de un continente entero que había sido masacrado por las dictaduras, por el discurso único y por la negación de las voces de todos nosotros”. En ese vuelco que está viviendo la región, Borello advirtió sobre la necesidad de las organizaciones sociales de articular voces “que rompan el cerco mediático que nos impusieron durante tanto tiempo”. Borello añadió que están trabajando en la generación de contenidos de una radio propia del Comedor Los Pibes que se llamará FM Riachuelo. “Una de las mentiras que se esgrimen sobre nosotros todo el tiempo es que las organizaciones sociales solamente hacemos lo que el Gobierno nos manda, los que apoyamos; y las otras hacen cortes de ruta en beneficio propio. Para nosotros es fundamental contar con medios propios para poder explicar lo que significa la comunicación y para dialogar con el resto de la sociedad.”
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